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lunes, 12 de noviembre de 2012

Fans eran los de antes

Baja del auto que lo llevó hasta el canal y una horda de gente, en su mayoría mujeres, lo espera con carteles  que dicen "te amo" en témpera rosa y demás demostraciones (y declaraciones) de amor. Él sólo puede darles la mano, de pasada, porque los separan unas vallas incómodamente altas.
   Camarín de por medio, espera ansioso en ese pasillo oscuro y rodeado de cables, escaleras y productores. Escucha su nombre y cientos de gargantas que vociferan al unísono. Mira, canchero, a la cámara del backstage y, sale, cual Freddy Mercury en el Knebworth Park.

   Pero no es Freddy (por razones más que obvias). Ni tampoco es Chayanne. Ni siquiera es Axel. Mucho menos, un wachiturro. El objeto del deseo de cientas de señoritas quinceañeras (¡y veinteañeras también!) es un participante de un reality que busca la voz indicada para vaya a saber uno qué. Lo cierto es que en ese certamen, él, ese flacucho de ojos claros que ahora está cantando sin ningún reparo ni afinación una canción de Elvis Presley (si, de El Rey), es uno de los posibles triunfadores. Y, aparentemente, todas mueren por él. Gritan, se agarran de los pelos y alguna hasta llora.
  No importa cómo se llama. Ni siquiera importa si canta bien, si afina o si le pega a una o dos notas, al menos. No. Lo que importa es que está en la tele. Y por eso tiene fans desde casi el minuto uno que pisó el estudio.
   La otra participante es una chica grandota, con un vozarrón importante. Ella se ganaba la vida abriendo unos shows en un karaoke de su barrio y, desde que sale por la caja boba, tiene que cantar varios temas más de lo que cantaba, porque "la gente se lo pide". Los beneficios que te da la tele, bah.

Misteriosa metamorfosis 

  Tengo un difuso registro de cuándo el concepto de fan comenzó a derrapar de manera estrepitosa, sin paradas en el medio, hasta llegar a lo deplorable y efímero que resulta ser hoy. A principios de los '60, unos pibes ingleses de pelo "largo" movían sus cabezas al ritmo de dos guitarras, un bajo y una batería, mientras miles de jovencitas morían de amor por ellos. Pronto (prontísimo) la histeria dejó de ser sólo eso y conquistaron Inglaterra, con hombres incluídos. Después, conquistaron el mundo. Eso pasó hace unos 50 años, si. Y todavía hay millones de fans beatleros dando vueltas por el mundo.
   Por obvia cuestión de gustos (y hasta ideología, diría), el ejemplo de la Beatlemanía y todo lo que siguió después es tan sólo un botoncito de las muestras que podría dar sobre las bandas y artistas que reprodujeron club de fans por el planeta. Gente que no sólo va a recitales, sino que compra discos compulsivamente, merchandising y hasta se banca ver películas con su ídolo como protagonista, aún cuando el tipo en cuestión demuestra una y otra vez que, como actor, es un muy buen cantante.
   Si bien el fenómeno siempre fue mundial (en todos los países existen los denominados fans), los argentinos siempre fuimos un poco más efusivos. O exagerados. O histéricos, bah. Es una condición, de hecho, que nos identifica ante el mundo y los artistas internacionales siempre mencionan "el calor del público" argento. Los gritos, los desmayos, las entradas agotadas en una hora nos delatan.  
   Para desilusión de los lectores, acá viene la nube. La parte en blanco. El "medio" entre los fans de antes y los de ahora. Sé cómo era, puedo describir, en las próximas líneas, en qué devino, pero me es imposible dilucidar esa metamorfosis del concepto de fan.
   ¿Fue la tele y su explosión de tetas, culos y peleas mediáticas? ¿Fue Tinelli y el descubrimiento del minuto a minuto? ¿Fue Peluffo? ¿Fuimos todos? Cómo saberlo.
   Un día fue Gran Hermano. O el final de Gran Hermano. Cuando salió el primer ganador, en la puerta lo esperaban miles de personas enloquecidas. Que lo habían "seguido" en esos 4 meses y medio por la tele, como en The Truman Show, pero de verdad. El tipo no tenía ningún talento aparente. Su única gracia fue bancarse durante ese eterno lapso a 19 tipos (y tipas) que vivían con él, comían, cagaban, se bañaban (bueno, algunos)... todo, pero todo, bajo la mirada atenta de cámaras.
   Creo que después vino El Bar. Ni hace falta decir que de allí salió la talentosa (?) conductora de un programa mañanero. Después, otro Gran Hermano. Y otro más, y varios más. Algunos de los que salieron de ahí, hoy siguen dando vueltas por los medios. O por los escenarios de revista. Otros, pasaron al olvido.
   Simultáneamente a GH (porque ahora Gran Hermano es "GH", como Tinelli es "Marce" e Ideas del Sur es "Ideas"), arrancaron otros realities, que no apuntaban a veinte personas encerradas mirándose las caras,  sino a demostrar cuán buenos eran los participantes en el canto. Pocos lo demostraron. Alguno que otro ganó y sacó un disco. Después, lo perdimos de vista.
   La fama vacía y efímera del ídolo juvenil hoy se desvanece un poco después de que sus fans encuentren otro objeto de deseo. Que un ganador de GH tenga fans, seguidores y gente que gasta plata en hacer un llamado para votarlo en un concurso en el que el talento es pisoteado por un par de tetas de siliconas, es tan inentendible como que a Verónica Perdomo le pongan una buena nota en el Bailando, sólo porque se recuperó de un ACV.
   Pero, así estamos. Estos son los fans que tenemos. No sé si los que merecemos, pero es lo que hay. Incluso, tenemos un fan cuyo talento es ser fan de Wanda Nara.

   Como nadie fue preso ni acusado de plagio por robarse a si mismo, me permito concluir la reflexión con una anécdota que alguna vez conté en otra historia. Hace unos años, fui a cubrir la presentación del libro de un colega, en un colegio primario lomense. Después de la charla que dio el autor, se sortearon algunos libros y los flamantes ganadores se acercaron a él, para que les firme el ejemplar. Otros, se amontonaron con un papelito o con sus propios cuadernos, para que les estampe la firma allí. Uno de ellos se me acercó, con un Gloria anaranjado y con la inocencia más cruda, me dijo: "¿Me firmás un autógrafo, aunque no seas nadie?".
   Es la muestra más inobjetable de que cualquiera puede tener su fan. Por cinco minutos, yo tuve el mío.

10 comentarios:

  1. El fan es el mal de la humanidad.

    Beso.

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  2. Hay una realidad innegable, hoy en dia la hipercomunicacion llevo a que lo que esta en los medios (y en la tele especialmente)existe, el resto esta por verse. Desde el politico al deportista, del conductor de tv al ultimo ciudadano olvidado en algun rincon de la ciudad, todos pasamos por el mismo tamiz: no somos nadie hasta que tengamos nuestros quince segundos de fama (antes eran quince minutos). Lo efimero, lo fugaz nos han ganado; de todos modos, el ultimo ganador del reality de cantores nunca suplantara al Live at Wembley 86, en el cual los dioses nos legaron su arte para siempre.

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    1. Lo que hay no siempre es lo mejor, ni siquiera se le acerca. Un beso, Reynaldo! Gracias por pasar.

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  3. No creo que el fan sea lo deplorable, no creo que haya mejores o peores fans, no creo que haya que descalificarlos, de hecho. Creo que el problema acá es del producto. Si llamás deplorable a un fan, bien puede ser de Wanda Nara, U2, Messi o los Wachiturros. La figura del fan en si nace a raíz del producto. Sos fan, sos de esos fanáticos que te desesperás por tu "ídolo" tenga o no talento, a vos te gusta, no importa lo que sea ni lo que haga. Hay para todos los gustos. En definitiva ser fan de cualquiera de los que te nombré antes es lo mismo. Lo burdo del producto es el problema. Pero... burdo para quién? Para pensar.

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  4. Estoy en total desacuerdo con la moda de la tv basura actual, donde se premia el no-talento, en detrimento de quien estudió y/o se preparó (canto, baile, historia, música, cocina, lo que fuera). De la misma manera, denosto a los fans efímeros de esos inventos. Y, definitivamente, no creo que sean comparables Wanda Nara, U2, Messi y los Wachiturros... para nada. Diferencias de opinión, que le dicen.

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  5. No, Nati. Los productos no son comparables, sino el tema de "ser fan". Y obvio que la TV basura es más que decadente, de eso no hay dudas.

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  6. Excelente nota, un placer leerla.
    Me gustaría poder compartirla en mi blog, con tu permiso, obviamente.

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  7. Dale, cómo no! Después mandame el link, así la veo. Gracias!

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    1. http://bestyalwareladob.blogspot.com.ar/2013/01/fans-eran-los-de-antes.html

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