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lunes, 1 de julio de 2013

Decí treinta y tres

“Decí treinta y tres”, me dice el doctor con su estetoscopio en mi espalda. “Treinta y tres”, digo y me lo pide otra vez. “Treinta y tres”, repito. “Todo bien”, me dice, mientras saca su sellito, lo estampa contra el recetario, y firma inentendiblemente sobre la hoja que, más tarde, va a arrancar y a darme en mano.
Nunca supe qué pasaría si el resultado de mi “Treinta y tres”, seguro, imperativo, daba mal. Si escuchaba algo extraño por ese aparatito similar a las trompas de falopio. No sé. ¿Cómo se escuchará por ahí? Ni idea. Tampoco quiero experimentarlo. Los médicos no son de mi simpatía. Los médicos que tienen que atenderme, claro. Con los que me cruzo por la vida (o con vos, que me estás leyendo) todo bien. Digo: no me gusta ir al médico. No me gusta consultar. Soy (una especie de) hipocondríaca, pero no me gusta consultar. Estuve días, semanas, con alguna dolencia y, por miedo, imaginé lo peor pero nunca fui al médico. “Ocuparte, en vez de preocuparte”, hubiera dicho mi psicóloga. Pero, no. ¿Para qué? Con asustarme y pensar que el peor de los males me aqueja durante un par de días, basta. Así funciona. Así funciono.

Y a esta altura, claro, no hay manera de cambiarme. No es que sea vieja, no. Pero estoy grande. Crecida. ¿Adulta? No sé. Crecida me gusta más.

El caso es que el 33 es un número. Bueno, sí, qué novedad, claro que es un número. Pero a esa afirmación hay que leerla con cierto tono, con cierto énfasis en el “es”. Vamos de vuelta: “Y, sí, el 33 ES un número”. No tuve depresión de los 30. Los cumplí, los pasé y ya. Vinieron los 31, los 32. Y ahora, 33. Es un número. La puta si lo es.

Es un número clave. En la historia, al menos. Tres personas históricas murieron a los 33 años y dejaron una marca. De dos de ellos puedo asegurar su existencia: el Che Guevara (Ver N de la R)  y Eva Perón. De un tercero, no. Cristo también murió a los 33. Después, dicen, resucitó. No sé. Cosas de la Biblia. Ni idea de eso, tampoco.

La cosa es que tanto Evita como el Che se murieron tempranísimo. Dejaron pendientes una inmensidad de cosas. Pero hicieron otras tantas. Ideologías aparte, ambos hicieron sus revoluciones.  Y no tenían ni 30. A los 33 (acá viene el meollo de la cuestión) los encontró la muerte y ya habían dejado una huella. Punto. Es eso. Ahí mi tema con el treinta y tres.

Nunca fui una revolucionaria, más bien siempre caminé algo temerosa. Al menos, hasta los veintipico. Después fui tratando de crecer (y no de sentar cabeza). Y lo sigo haciendo. Mi revolución, más bien, es conmigo misma, pienso, justifico. Y viene de hace no mucho. La revolución de arriesgarme, de soltar cosas, personas, situaciones que no me dejan/dejaban mucho. La revolución de caminar sin tanto soporte, con más impertinencia y menos cuidado. La revolución de hacer. De ser hacedora de mi propia vida, de no verla pasar como una película dirigida por un director que no sea yo misma. La revolución de apropiarme de mi, para poder entregarme a otros. Esa es mi pequeña, pero trabajosa revolución. Es interna y externa. Es cotidiana, es adrenalítica. Es provocadora, pero nunca cobarde. Es, a veces, mezcla de quimera y utopía, pero eso la hace más imperiosa. Es una revolución y, como todas, implica darle para adelante y correr. Y sacrificar. Y soñar. Y despertarse cada día con la convicción, la satisfacción de que vale la puta pena.

Mi revolución no beneficiará a nadie más que a mí, es cierto. Es egoísta y hasta altanera. Pero es mía. Y tengo la leve sensación de que si no la motorizo cada día, jamás podré iniciar, ni siquiera pensar, en otras revoluciones. Es a partir de mí que se irán gestando. Y, no dudo, dejarán, aunque más no sea, alguna ínfima huella.

N de la R: El Che no murió a los 33, sino a los 39. Me lo hicieron notar y me pareció deshonesto cambiarlo dentro del texto, porque ya estaba publicado. Pero corresponde la aclaración, aunque el sentido no cambia... (no creo que de acá a los 39 haga la Revolución Cubana).

6 comentarios:

  1. Felicitaciones, amiga! Muy bellas palabras.

    Adrián

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  2. Muy bueno. Por las dudas, en este mensaje no digo nada de la edad a la que murió el Che.

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  3. Pregunto, ¿El Che no había nacido en 1919? Si murió en 1967, no podia tener 33 años.

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  4. N de la R: Murió a los 39, sí. Después me lo hicieron notar y me pareció poco honesto corregirlo. Así que aquí lo dejo asentado.

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  5. Me gustó, a mi también me pegó el 33 jajajaja! Te encontré por Adrián, que te citó en el FB. Ah, me hiciste acordar a esto: http://www.lucianomelchiori.blogspot.com.ar/2007/09/rpm.html

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  6. Genial! todos hacemos nuestras pequeñas revoluciones cotidianas, parece.

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