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domingo, 15 de agosto de 2010

Inexorable

Uno de los estados que más debe inquietarme es, definitivamente, el de la espera. Y dándole vueltas al tema, llegué a la conclusión de que, paradójicamente, uno pasa (¿pierde?) gran parte de su vida esperando. Desde las cosas más cotidianas, superfluas e insignificantes, hasta las más excepcionales, necesarias y trascendentales. El detalle es que uno no es conciente de ello, excepto en los casos en que esa sensación, que bien podría denominarse “incertidumbre”, nos abruma.
   Esperamos que se caliente el agua para hacernos unos mates. Esperamos el colectivo, el tren y hasta el remís. Esperamos un llamado, una respuesta, una visita que quizá nunca llegue. Esperamos un gesto, una palmadita en la espalda, un reconocimiento. Esperamos que nos entiendan y nos atiendan. Esperamos que nos quieran, nos protejan y que también se dejen querer. Esperamos hasta el hartazgo en la cola del banco y hasta el cansancio un simple mensaje de texto.
   Como se nos enseñó de chicos, esperamos que el otro termine de hablar, para empezar a hacerlo nosotros; esperamos que el semáforo se ponga en verde (o en rojo, según cómo se lo mire) para cruzar la calle; esperamos que nos devuelvan el saludo, cuando saludamos, y que nos digan “Gracias”, cuando le damos el paso a alguien.
   Esperamos durante todo el invierno que llegue el verano, para irnos de vacaciones, salir más a la noche (porque qué lindas son las noches de verano) y tomar más helado. Esperamos que vuelva el frío, para viajar más cómodos, comer más chocolates, alquilarnos una película y mirarla tapados hasta la nariz.
   Esperamos que nos digan que si y nos den la razón (porque estamos seguros de que la tenemos). Y también esperamos que el otro no pretenda que le demos siempre la razón.
   Esperamos un beso, un abrazo, una demostración de afecto.
   Esperamos, alrededor de una mesa cada vez más chica, que se hagan las 12 para brindar por la Navidad y el Año Nuevo.
  Esperamos que funcione, que camine, que valga la pena. Esperamos no desilusionarnos, no estancarnos, no haber perdido el tiempo.
 Esperamos cuando el baño está ocupado y cuando el mozo se entretuvo charlando con el de la caja.
 Esperamos ser sorprendidos y no salir lastimados. Esperamos sinceridad y cuentas claras. Esperamos chocolates y una margarita, arrancada de algún jardín.
 Esperamos que el olmo nos de peras.
 Esperamos el resultado de un parcial y un aumento de sueldo.
 Esperamos un “yo también” y una certeza. Esperamos 9 meses y soportamos la cuarentena.
 Esperamos un milagro, un mail, y que todo salga como lo habíamos planeado.
 Esperamos, porque la impaciencia nunca juega de nuestro lado de la cancha. Esperamos porque hay que dar más de una oportunidad. Esperamos porque quizá funcione. Esperamos porque tenemos tiempo, aunque los días, los meses, los años y los infames relojes nos demuestren lo contrario, lo inexorable.
 Esperamos y nos torturamos al pensar si aún vale la pena. Esperamos, aunque no merezca ni un minuto de nuestro tiempo.
 Esperamos sentados, parados, arrodillados y acostados. Esperamos con adrenalina y con miedo. Con expectativa y con resignación.
 Esperamos con y sin esperanzas. Esperamos con nostalgia, con empeño y con dudas.
 Esperamos que sólo haya sido un mal sueño.
 Esperamos olvidar y ser recordados. Esperamos que la próxima sea mejor o, aunque sea, igual.
 Esperamos ingenuamente que ese momento sea infinito, perpetuo, absoluto.
 Esperamos que, por haber esperado tanto, no se nos vaya la inmensidad de la vida en un segundo, en un instante, en un parpadeo. Y de un soplo.

3 comentarios:

  1. Felicitaciones Naty, por lo que escribis, por todo lo que haces y con la pasión que te dedicas a hacerlo, por querer aprender mas y progresar cada dia, porque sos una persona que le pones empeño a todo y no dejas nada librado al azar... porque estoy segura que vas a lograr todo lo que te propongas, es un placer ser tu amiga Veci!!! Ceci

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  2. La vida es una larga espera qeu nunca se acaba...
    Muy bueno Naty. Me doy la bienvenida porque fue un placer haber recorrido "menos de lo mismo..."
    Por aquí andaremos!
    Besos!

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  3. Muy alentadoras las palabras de ambas. Espero que sigan disfrutando de ésta, mi guarida. Gracias!!!

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