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miércoles, 13 de octubre de 2010

La mala educación

(Publicado en el diario La Tercera, el 13/10/10)
Muchas veces me encuentro a mi misma corrigiéndome en ciertos dichos, lugares comunes que uno utiliza en el lenguaje cotidiano. Y, al trabajar con las palabras (porque con ellas trabajamos los periodistas, y no con mucho más que eso, por si usted no estaba enterado), me veo enviciada a editarme constantemente. Así, el usual “sos un maleducado”, se transforma en “sos un mal aprendido”, por la necesaria aclaración de que los padres seguramente no tengan culpa alguna de la actitud que causó el calificativo. Los padres lo educaron bien, pero él aprendió mal. Suena contradictorio y, sin embargo, no existe una explicación más lógica.
   La vida nos refriega en la cara situaciones que contradicen nuestros lugares comunes. Pero a veces los confirman. Hace no mucho tiempo, caminaba por la calle Alem, en Monte Grande, y, al pasar por la puerta de un kiosco, me topé con un señor que acababa de comprarle a un nene de no más de 6 años un helado “de palito”. Al pequeño se le complicaba desenvolver la golosina, por lo que su padre (supongamos que era el padre o un referente mayor, para el caso es lo mismo) se ofreció a ayudarlo. Una vez logrado el objetivo, el hombre en cuestión le entregó el helado al chico y se deshizo del envoltorio, arrojándolo a la vereda, justo al lado de mis pies. Gesto que me sorprendió (si, todavía estas costumbres argentas me sorprenden) más aún porque a unos pocos metros descansaba un enorme cesto de basuras. No hice más que agacharme, levantar el papel, depositarlo en el cesto y mirar con displicencia al ejecutor de tal acto, quien, claro está, ni se dio por aludido y continuó su paseo dominical. Lo que acababa de hacer ese señor no sólo ameritaba llamarlo “sucio”, sino preguntarle, cual maestra de primer grado, si en su casa también tira los papeles en el piso. Pero lo que en ese momento me pareció más grave no fue la acción en si. Lo más grave fue haberlo hecho ante la mirada de su hijo/sobrino/hermano menor, quien, seguramente, habrá adoptado –vaya uno a saber desde cuándo- la costumbre de tirar papeles en la vía pública.
   Que, hasta determinada edad, los chicos son una esponja (por la capacidad de absorber todo lo que se les dice y se les muestra) también podría entrar en la categoría de lugar común. Pero vaya si es cierto. La pregunta que cabe hacernos en este ejemplo es si el señor es un maleducado o un mal aprendido. ¿Sus padres tirarían papeles al suelo? ¿Y sus abuelos? Si, ya sé. Usted me dirá que entonces estamos ante otro caso del huevo y la gallina. Y es cierto. No tiene demasiada importancia quién maleducó a quién. Lo importante es que se sigue pasando de generación en generación.
   Todos tenemos un pariente/amigo/conocido que ha viajado por el Primer Mundo y una de las cosas que más destaca –siempre- es la limpieza de las ciudades europeas. El comentario es que “allá te multan si tirás un papelito en el suelo”. Y el “allá” engloba absolutamente todos los países de Europa. Es como un mito urbano. Que en algunas jurisdicciones debe ser real, claro. Como hay multa, nadie se atreve a tirar ni la colilla del cigarrillo. Ni siquiera los argentinos. Por lo que la conclusión argenta/clase media/medio pelo es: “Acá tendrían que hacer lo mismo”. Ajá, es probable. Sería una buena medida. La pregunta es por qué no empezar por un “como si”. Hagamos de cuenta que la norma existe. Hay tantas normas que existen y no cumplimos… alguna vez, podríamos dar vuelta la tortilla. Empecemos, entonces a predicar con el ejemplo. A no hacer en la vía pública lo que no hacemos en casa (y si lo hacemos en casa, bueno, es propiedad privada, pero la vía pública no lo es). Y, sobre todo, instruyamos a las nuevas generaciones. Y mirémoslas de cerca para que no sólo sean bien educados, sino también bien aprendidos.

2 comentarios:

  1. Esta buenisimo lo que decis Naty!! La verdad pienso exactamente igual a vos y no puedo creer como todavia haya gente que hace eso... porque vivimos en una epoca en la que cuidar el medio ambiente es un tema cotidiano, por mas que no nos hayan educado con el ejemplo, lo tenemos que haber aprendido!
    Cuanta falta hace que nos educaquen no??? Porque esto es un tema de educación, de respeto, de cuidado del lugar en donde vivimos... es increible que todavia exista ese tipo de gente.
    Lo bueno es que hay personas como vos, que educan, porque seguramente alguien que tiene ese tipo de costumbres, luego de leer lo que publicaste, y cuando se le ocurra tirar algo en la vía pública, minimamente se le van a cruzar tus palabras por la mente... Capaz recapacite che!

    Besos!!

    Daniel Sequeira

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  2. ¡Ojalá, Dany! Gracias por leerme. Beso grande.

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