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miércoles, 6 de octubre de 2010

La voluntad fugaz

(Publicado en La Tercera, el 6/10/2010)
Ahora que la Primavera llegó (pero que llegó de veras, con soles brillantes y cielos celestes que bien lo confirman), vuelven los personajes que el invierno tenía agazapados en sus casas, en sus oficinas o vaya uno a saber dónde. Se multiplican, como hormiguitas trabajosas que van y vienen, corren, caminan, andan en bicicleta y pagan su cuota mensual en gimnasios atestados de otros que, como ellos, parecen querer ganarle al tiempo y recuperar todo lo que no hicieron durante el año. 
    Porque –dejemos la sonsera romántica de lado- la Primavera es sólo una muestra más de que el Verano está cerca. Muy cerca. Usted lo sabe. Y  ellos, fatídicamente, también. Por eso los gimnasios del centro (de Monte Grande, de Lomas, de Adrogué), apiñan voluntades multiplicadas por las infaltables paredes espejadas, que insisten en demostrarle a uno que en 3 meses mucho no se puede hacer con lo que natura dio y 9 meses de sedentarismo agrandaron. 
   Pero ellos insisten. Y vaya si lo hacen. No es casualidad que las ya tradicionales canchas montegrandenses de Amat se llenen de hombres y  mujeres transpirados, que corren con sus botellitas de agua mineral en la mano y los cronómetros colgando de sus cuellos. Otros, los más osados, se animan a merodear la Plaza Mitre,  o la Grigera, si son lomenses.
    Desde las vidrieras de los locales de ropa, la tendencia parece incitar  a más, sobre todo a las mujeres: las prendas parecen venir cada vez más pequeñas. Una duda existencial me carcome el cerebro y no llego a dilucidar si es que uno engorda cada temporada o es la moda la que se achica progresivamente. Tal vez sea un poco y un poco.
   Hay gente que, además, suele tornarse de un color extraño. Pero no digo color en el pelo, en la ropa o en los zapatos. Me refiero a la piel. ¿Los ha visto? No tengo dudas de que si. Si hay algo que tiene de ¿positivo? ser parte de algún barrio del Conurbano es que, de 10 personas que uno se cruza a diario por la calle, por lo menos a una conoce. O le ve cara familiar. O alguna otra vez la cruzó. Pero de colores hablábamos. ¿Notó que hay gente que, en esta época, comienza a volverse paulatinamente más anaranjada? No, no digo más morocha, ni más tostada; digo anaranjada. Será la magia de la Primavera, sin dudas.
   Pero a no confundir los tantos: también están los que, a fuerza de inmensa voluntad, esfuerzo (y unas ganas envidiables) arrancaron la rutina gimnástica en marzo y hoy sufren el arrebato de los improvisados que les ocupan las cintas y las bicicletas, por las que tienen que esperar bastante más de lo habitual. Las malas lenguas dicen reconocer de manera inmediata a los entusiastas fugaces, sobre todo, a las mujeres. Las delata la sobre producción (calzas recién compradas, tops hiper ajustados y zapatillas impecables que-sólo-usan-de-dos-a-tres-veces-por-semana). Algunas, incluso, se maquillan para la ocasión.
   Lo cierto es que la Primavera irrumpe y hace lugar a multitudes que corren fervorosas a inscribirse a los gimnasios, a sacar la bicicleta fija del altillo y a pedirse al mediodía una ensalada de arroz y tomate con un agua saborizada light. Ya olvidaron que hubo otras primaveras y que el verano las encontró más o menos iguales. Pero con la efímera seguridad y el (in)suficiente autoconvencimiento de que el año que viene, arrancarán en marzo.         

4 comentarios:

  1. jajaja pura realidad! yo empecé ayer, pero mi meta no es enero, sino Marzo donde me encontraré con el altar. Un beso grande Naty

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  2. Tan poco amigo de la tecnología preveo que esto no pueda llegarte y me suelto (Vamos Guille, nadie va a leerlo), tan mal amigo tuyo preveo que esto no pueda excusarme y me atajo, tan amigo de las vueltas como enemigo de los atajos me confieso feliz de oir tu pluma que escribe en mi oído con tu voz impecable.

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  3. César, ya estuvimos charlando del temita del casorio... ¡Gracias por pasar por estos pagos!

    Guille, mi gran amigo. Ojalá la distancia no nos aleje tanto. Beso enorme y gracias por tus siempre precisas palabras.

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