La semana pasada, sin embargo, mientras me aproximaba a la boletería para comprar mi vuelta al conurbano, me saqué uno de los auriculares del mp3 (por si al boletero se le ocurría esgrimir algún sonido, además de contar las monedas y darme el boleto) y una melodía extraña, ajena e incongruente, tal vez, con el paisaje habitual, me sorprendió gratamente. Un violín. Un bandoneón. Y alguna que otra guitarra por ahí. Tango. Malena, si el oído no me falló. No tengo las aptitudes de un crítico de música, me dejo llevar, simplemente, por la subjetividad del gusto, pero, caramba, qué bien sonaba aquello.
Me quedé un rato (sólo un rato, porque se me hacía tarde) escuchándolos, disfrutándolos, saboreando cada acorde de ese talento que se desplegaba en el piso roñoso de la estación. Después me fui, camino a la escalera mecánica, no sin antes dejarles una suma simbólica (sumamente simbólica, si, después me arrepentí de mi propia mezquindad).
En el tren fui afortunada y conseguí asiento, que tuve que abandonar 5 estaciones después (cuando todavía faltaban 6 para llegar a destino), porque nadie más se percató de que había subido a ese vagón una chica con una panza inmensamente redonda y rozagante.
Mientras me sostenía del respaldo de algún asiento y escuchaba a Piazzola en mi mp3, recordé aquella interpretación de Malena. Me permito aclararles a los viejos tangueros que sé que nada tiene que ver Astor con Homero Manzi. Por supuesto que lo sé. El estilo es distinto, claro, pero no el género. Así que por eso la inmediata relación de uno con otro, sabrán entender. Intenté recordar sus caras y no pude. Porque tampoco las había visto, claro. Me había concentrado en su arte. En su magnífico talento. Y pensé, entonces, qué poca suerte tienen algunos. Qué ingrata sociedad mediática para el talento.
Ayer escuché que a los pibes que salen de la casa de Gran Hermano les pagan mil pesos por ir una noche a hacer presencia en un boliche. Y me pregunto que otro talento tendrán, además de autonominarse y hacer trampa al pool. Y me sentí mezquina, mucho más mezquina que la semana pasada, por dejarles dos pesos a los chicos de Constitución, como pago por su incalculable prodigio.
No somos nada che...
ResponderEliminarTalento insoslayable.
ResponderEliminarEso somos :)
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