Tal vez muerta

No lo viví, es cierto. Pero de haberlo hecho, tal vez, hoy no tendría la oportunidad de contarlo. Por rebelde, luchadora, zurda, estudiante, periodista, altanera, caprichosa, subversiva e idealista. Por amor, por ganas de dejar un país mejor, por indignación, por cansancio, por compañerismo y hasta patriotismo.   

   No lo viví, es cierto. Pero tanto me contaron. Tanto me esforcé, casi como en una obsesiva y constante búsqueda, en saber siempre un poco más, en hablar con quienes sí lo vivieron. Madres, Abuelas, sobrevivientes, familiares, montoneros, canas, peronistas, radicales, docentes, y muchos de los que me gusta llamar pasatistas (esos que estuvieron ahí y recién hoy parecen darse cuenta de lo que estuvo pasando por sus narices).

   No lo viví, es cierto. Pero qué vergüenza siento por cada uno de ellos. Qué inexplicable dolor, mezcla de bronca y tristeza, los vuelve cercanos y casi palpables para mí, como si aún existieran.

   No lo viví, es cierto. Pero cuánto creen saber y qué poco saben  algunos que sí lo hicieron y hoy ya no lo recuerdan.