Caminatas cansadas hacia países nunca jamás encontrados.
Crímenes perfectamente pensados y estúpidamente descubiertos.
Lunas redondas y plateadas. Soles circulares, estrellas que encandilan.
Escenarios viejos, nuevos, mejores. Tablas gastadas de madera fértil, fuerte, resistente.
Límites perfectos, gruesos, después más finos. Fronteras engañosas, curvilíneas.
Balcones sin flores, sin plantas, sin nada. Ventanas abiertas para que sólo venga ese ínfimo rayo de luz hasta mí, ese que me envuelve en una larga, imperdible siesta.
Hojas antes blancas, ahora sepia. Letras, millones de letras.
Domingos con garúa. Noches llenas de frío y hastío.
Tardes otoñales de sábado. Cielos inmensamente celestes. Ausencia de blancos y grises. Calor de bufanda, amor de semana.
Y la gente. La misteriosa, inentendible gente que tampoco entiende.
Y la espera. Insoportable, incondicional compañía de esperanzas, caminatas, crímenes, lunas, soles, estrellas, escenarios, tablas, declaraciones, palabras, límites, fronteras, balcones, ventanas, hojas, letras, domingos, noches, tardes, cielos. Y de la gente, la misteriosa, inentendible gente.
Hermosa descripción del pasear, o del pasar, de un poeta.
ResponderEliminarMe encantó... una fina poesía que te hace recorrer el apasionante camino de las palabras y de las sensaciones que ellas despiertan y nos provocan pensar... y seguir...
ResponderEliminarVivi
Segui publicando, sos-lo-más...
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