Borrón y cuenta nueva

¿Viste cuando los recuerdos empiezan a borronearse? Como en un cuadro sorprendido por la humedad, las imágenes se vuelven confusas, mucho más lejanas en tiempo y espacio de lo que realmente son.
     ¿Viste cuando los rostros, los abrazos, los besos, las risas, los lugares, los momentos se escabullen, se mezclan en una densa bruma y comienzan a perder nitidez? Como en un viejo casette de video, la cinta desgastada se torna más clara, se arruga y ya nada volverá a verse como en los primeros tiempos.

     ¿Viste cuando te parece que cada día tenés que hacer un mayor esfuerzo por recordar un gesto, un timbre de voz, una sensación? ¿Viste cuando, por más que lo intentes, se te hace imposible reconstruir un momento prolija y exactamente igual a como lo viviste? ¿Viste cuando, en un progresivo y trabajoso degradé, dejás que te suelten y empezás a soltarte?
     Es el tiempo. El inexorable y traicionero transcurrir del tiempo que empuja las agujas y arrastra, con ellas, el recuerdo de un pasado reciente que creemos mejor pero sabemos lastimoso. Un pasado inventado, ilusorio, tal vez, que, al volverse borroso, esclarece el presente.
    Antes de que se pierda por completo en la lúgubre niebla y se confunda con otros recuerdos, me asomo a mirarlo por última vez y le sonrío, con una complicidad lejana, que suelo extrañar cada tanto. Y lo suelto. Y me suelta. Y me alejo.