Miedos, amores, amigos, rencores, heridas, caricias, espejos, charlas, misterios, matices, mates, cigarrillos, fresias, chocolates, cuerdas flojas, histeria, mil lágrimas, sonrisas, esperas, teléfonos, arrepentimientos, gritos, fiesta, daiquiris, suspiros, sorpresas, mails, espacio, incertidumbre, límites, angustia, placer, egoísmo, soberbia, impotencia, Benedetti, salidas, experiencias, éxitos, fracasos, Cortázar, Galeano, música, melodías, cerveza, café, castigos, libertad, soledad, reconocimientos, lunas y soles, los domingos de siempre, mentiras, sueños, finales, pesadillas, cambios, Arlt, despertadores, consejos, traiciones, carcajadas, desilusiones, esperanzas, caminos, opuestos, miradas, Cien años de soledad, costumbre, tormentas, abrazos, dolores, nacimientos, rupturas, abismos, puertas, candados, almuerzos, proyectos, viajes, silencios, mensajes, olvidos, carencias, paciencia, calma, sombras, peleas, manos, esfuerzo, todo y nada. Más y menos. Menos de lo mismo.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Gente que no

(Publicado en La Tercera, el 9/02/11)

Cuando Videla decía: “los desaparecidos están en el exterior”, nos tomaba por boludos (...)Y Alfonsín nos tomó por boludos cuando les dijo “héroes de Malvinas” a los carapintadas, y nos tomó por boludos cuando dijo “la casa está en orden”. Y Menem se hartó de tomarnos por boludos (...) Menem y los Yoma y María Julia Alsogaray y los que mataron a Cabezas y los que suicidaron a Yabrán (...)Los que volaron la AMIA, esos –muy especialmente esos– nos tomaron por boludos. Y quienes los cobijan, quienes deberían descubrirlos y encarcelarlos y no lo hacen, esos, día a día, cada día que pasa un poco más, nos toman por boludos. Porque eso es lo que somos, porque al fin sabemos lo que somos: somos el país de los boludos.
                                                                   José Pablo Feinman (de “El país de los boludos”, 1999)

No es una costumbre atribuible específicamente a la clase política aquello de aglutinar, sin criterio alguno, a una amplia cantidad de personas y hablarles como si fueran una masa homogénea. No. El resto de los mortales pecamos de la misma conducta. Y le digo más: a falta de un vasto auditorio al que dirigirnos, casi siempre hablamos en tercera persona del plural y nos excluimos del denominador común, muchas veces, erróneamente utilizado. 

miércoles, 2 de febrero de 2011

Siempre las mismas

Y el tiempo se desdibuja, si, como una gran mentira descubierta, atónita, por los otros. Y las horas se tropiezan con los minutos, los segundos. Y los días se marchitan. Y se transforman en otros días, después. Y los soles se agudizan en amarillos radiantes. Y las lunas son redondas, brillantes, indescriptiblemente brillantes. Y las estrellas… las estrellas no son muchas en este inmenso, impaciente cielo. Pero son las mismas, siempre, las mismas. A veces titilan más, a veces menos. Pero son las mismas. Siempre las mismas. 

miércoles, 12 de enero de 2011

Lo imperdonable

Publicado en La Tercera, el 12/01/11 
El pasaje de lo novedoso a lo cotidiano es muchas veces preocupante. Claro que es lógico que los hechos dejen atrás esa condición de novedad que los hacía atractivos y diferentes. Atractivos, al menos para los periodistas. Para todos los demás, son diferentes. Y ahí, justamente ahí, en ese “para todos los demás” está el centro de la cuestión o la madre del borrego, como decían las abuelas. Que deje de ser noticia es entendible, son las reglas del juego, después de todo. Lo imperdonable es que, en consecuencia, deje de importarnos.

miércoles, 5 de enero de 2011

Desapariciones

Publicado en La Tercera, el 5/01/11
Siempre tuve la vaga pero inquietante idea de que, aún si pudiese tener en mi poder todos los libros que quisiera leer, no me alcanzaría la vida para hacerlo. Piénselo por un instante, lector ávido de historias, cuentos, novelas y ensayos… Desolador ¿no?. 

lunes, 3 de enero de 2011

Qué fantásticas, fantásticas estas Fiestas

(Publicado el 3/01/11, en La Tercera)
Lo bueno de las Fiestas es que todo lo que uno comienza a padecer y a criticar desde el primer día de diciembre tiene una mágica particularidad: puede ser tan terrible como maravilloso.
    No es fácil afrontar el mes de las Fiestas. De hecho, hay que estar psicológica y físicamente preparado. Desde la elección del lugar hasta la compra de los regalos, todo puede ser motivo de fastidio, discusiones y dolores de cabeza.